martes, 26 de febrero de 2013

Polonia: una expedición hacia lo desconocido

—¿A que no sabéis a dónde me voy? ¡A Cracovia!
—¿A Asia? —se extrañó alguno.
—¿Pero qué pintas tú allí? —exclamaron otros.
—¿Necesitas ayuda, o algo?

Con esta acogida por parte de amigos y familiares comenzó el que sería el mayor periplo en la vida de Steffen Möller. Nacido allá por 1969 en la región de Kassel y criado en Wuppertal (Alemania), este particular intento frustrado de filósofo, como él mismo se define, jamás imaginó que acabaría siendo el alemán más conocido en Polonia, sin contar al Papa. Y es que si a los veinticuatro años el caprichoso destino no le hubiera llevado a invertir seiscientos marcos en un curso de polaco en Cracovia, jamás se habría convertido en el popular actor, colaborador y presentador de programas de éxito de «Plambelonia» o el país de los planes B que hoy es. Sin embargo, si hay algo que lo define, es su ocupación como monologuista, que le ha llevado a recorrer cientos de escenarios repartidos por las vecinas tierras de Beethoven y Chopin. Aquí presentamos nuestro proyecto de traducción de su superventas Viva Polonia: Als Deutscher Gastarbeiter in Polen, una suerte de adaptación literaria de aquellos monólogos que recita casi de memoria de ciudad en ciudad.

¿Su inspiración? Esas pequeñas anécdotas de cada día que quedan meticulosamente plasmadas en su mini bloc de notas, palabras rimbombantes, impronunciables o graciosas, malentendidos fruto del mutuo desconocimiento forastero-autóctono, aquellos lugares casi secretos que tan solo conoce el buen «explorador étnico» (o quien ha viajado al extranjero por algo más que el mero interés turístico), observaciones e hipótesis sobre el otro —ya se tomen por verdades absolutas e inmutables, ya se desmientan en el acto— y un largo etcétera.

No me sorprende que los estudiantes polacos saquen siempre buenas notas en las competiciones internacionales de matemáticas o informática. ¿Cómo no iba a ser así, cuando tienen que aprender una lengua tan difícil desde los dos añitos? Solo me sorprende que UNICEF aún no haya tomado cartas en el asunto. ¿Con qué cara obligan a esos angelitos a escudriñar tropecientas combinaciones gramaticales al día cuando su única e inofensiva intención es la de pedir un poquito de leche?

Con un humor a caballo entre la corrección política alemana y la ironía y el humor negro polacos, Steffen nos invita a subir al WARS, el vagón restaurante del Berlín-Warszawa Express, su favorito, para recorrer la «Italia de Centroeuropa», como él suele denominar a la patria de ese singular batiburrillo callejero de caras frías y distantes que se vuelven extremadamente amistosas y desinhibidas de puertas adentro, con el primer trago de wódka.

Más que adquirir una visión de conjunto, el lector visitará más de cincuenta capítulos que hacen las veces de miradores sobre los que atisbar el variopinto paisaje polaco, con sus luces y sus sombras: Partiremos de la «Anarquía», los «Complejos», la «Corrupción» o el «Fatalismo», disfrutando entretanto de las «Fiestas», la «Gastronomía», la «Hospitalidad» y el «Humor», aprenderemos algo del «Idioma» para llegar por fin al corazón del país, la «Modestia», los «Piropos» o el «Romanticismo». La obra incluye además reflexiones algo más elaboradas sobre la realidad europea, las relaciones entre los países y las culturas que la componen, abarcando a la vez la perspectiva histórica y el panorama más actual; los conflictos del pasado, sus efectos en el presente y los problemas que se esbozan en el mañana.

El lector más aventurero disfrutará siguiendo los consejos turísticos y el más casero saboreará las recetas que, entre otros materiales extra, se han incluido en la edición de bolsillo del libro. Con suerte, el más avispado logrará leer entre líneas y descubrir que la cultura ajena y la propia no son tan lejanas en realidad, que «agujeros en las calles, políticos corruptos y sueldos bajos» son un «tema estrella» allí y aquí, o que una visita al desconocido vecino de toda la vida puede resultar tan exótica y enriquecedora como una expedición por el Amazonas. ¿Hora de hacer las maletas? ¡Viva Polonia!

Miguel Ángel Fiñana Robledillo y Francisco José López Espinosa

Miguel Ángel Fiñana Robledillo y Francisco José López Espinosa son dos viejos amigos linarenses, estudiantes de cuarto curso de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y viajeros aficionados. A Miguel la estancia como alumno Erasmus en Alemania le llevó a conocer de primera mano muchos parajes centroeuropeos y cruzar por casualidad una nueva frontera filológica y cultural más allá del Oder, Polonia, cuya lengua oficial estudia desde hace un año y medio. Francisco, por su parte, durante su estancia en Baviera se dedicó a profundizar en el aprendizaje del alemán y a mejorar en el ámbito de la traducción, una de sus pasiones junto con la literatura juvenil.

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